Foto cortesía de ArchDaily México
En 2016 el arquitecto chileno Alejandro Aravena ganó el Premio Pritzker, máximo galardón en el campo de la arquitectura. Busca entregar lugares “secos y duros”, pues no se ve a sí mismo como un artista, sino como arquitecto que puede ayudar a la gente a cumplir sus objetivos.
Por otra parte, la causa social que persigue Aravena -que es ayudar-, sobresalió cuando después del temblor y tsunami en Chile en 2010, decidió buscar patrocinadores y, junto con su firma de arquitectos -Elemental-, colaborar para reconstruir las zonas afectadas.
Impulsó el proyecto de construcción de viviendas sociales: el gobierno aporta la mitad del costo de una casa y Elemental la construye, mientras que el beneficiado puede pagar la otra mitad con facilidades que le permitan hacer este gasto, al tiempo que obtiene una vivienda digna. La recompensa es enorme.
Aravena encuentra inspiración en diseños que aporten algo a la sociedad, ya sea económica, social o ecológicamente; es un arquitecto movido por el resultado social que sus obras puedan ofrecer; tiene muy claros sus objetivos, así como las necesidades de las personas, lo cual lo lleva a desempeñar su profesión como una responsabilidad social.
